“Yo siempre pedía que no me tocara trabajar el día de Reyes cuando tenía los niños pequeños porque para mí era como una especie de tragedia”. Myriam, como casi cualquier enfermera española, es una de esas personas a las que les ha tocado trabajar más de una Navidad.
Cuando se acerca diciembre y hay que empezar a cerrar planillas a todos les tiemblan un poco las piernas. 24, 25, 31 y 6 de enero son los días más temidos entre los sanitarios. ¡Que levante la mano a quien nunca le haya tocado trabajar en fiestas!
Estos días cuentan como festivo y, como tal, las plantillas se reducen en un porcentaje de aproximadamente el 75 % con respecto a una mañana normal, pero a muchos les toca ir a trabajar porque la sanidad nunca duerme.
No solo se trabaja en las urgencias del hospital, en Navidad hay más centros y unidades que permanecen alerta. Además de, por ejemplo, las plantas de hospitalización, la maternidad o paliativos, también hay que dar asistencia en los servicios de emergencias extrahospitalarias, los SAR (Servicios de Atención Rural) y los centros socio sanitarios.
Fue “súper especial dar a luz en Navidad”
Por ejemplo en Madrid, un 10% de las enfermeras y enfermeros de las residencias públicas de mayores trabajarán esta Nochebuena. En servicios como el SUMMA, trabaja prácticamente el mismo número que un día normal, es decir unos 110. En un gran hospital, como es el caso del 12 de Octubre de Madrid, entre los tres turnos de noche del 24 y mañana y tarde del día 25 trabajará el 30% de la plantilla de enfermería. Y así por toda la geografía española.
Así que mientras estamos entre comilonas y celebraciones miles de enfermeras y enfermeros nos cuidarán estas fiestas.
Cuidar todos los días del año
Ahora ya está jubilada pero Myriam ha trabajado casi 27 años en el Príncipe de Asturias de Madrid y nos confiesa que ha hecho “Nochebuenas, mañanas de Navidad y de Reyes también, como todas”. Con una voz tan nostálgica como empática recuerda que es muy importante no olvidar que “cuando en Navidades hay gente en los hospitales no es gente que esté regular, son los que están peor; porque a los que están regular se les deja ir a casa”. Y esa es la parte más amarga; las plantas en silencio, porque “hay gente realmente muy malita”.
“Siempre te comes el 24, el 25 o el 31. Siempre”
Aún así, Myriam se queda con las caras de fascinación de los niños al ver llegar a los Reyes Magos al hospital. Para los padres y madres era un “subidón de energía”. A pesar de ello, no puede negar que ella siempre temía que le tocara trabajar en esa mañana de magia.
“Te pierdes cosas”, confiesa Teresa. Con sus 44 años de enfermera a sus espaldas, sabe bien de lo que habla. No solo son Navidades, hay que trabajar muchas noches durante el año, así que se aprende “a cambiar el chip”. También hay pequeñas recompensas, comenta, porque a veces la “satisfacción de ayudar a otros” es tan grande que “lo demás ya no importa”.
A las jóvenes casi siempre les toca pringar en Navidad
“Yo, como personal eventual, siempre he trabajado todas las Navidades”, comenta Paloma. Esta enfermera asturiana de 33 años nos cuenta que, de una u otra manera, “siempre te comes el 24, el 25 o el 31. Siempre”. Aún así forma parte de esa gente que está hecha de otra pasta y se lo toma con mucho humor. A veces incluso les pone villancicos a los pacientes en el carro de la medicación porque, ya que todos tienen que estar allí, “pues por lo menos pasarlo lo mejor posible”.
A veces la “satisfacción de ayudar a otros” es tan grande que «lo demás ya no importa”
“Es algo que viene implícito en el curro que tenemos”, dice con cierta resignación Laura, una compañera de Paloma. Pero, al final, estas fechas hacen sentir cierta morriña a todos, es inevitable. Dejar en casa a la gente que quieres e ir a cuidar a otros no es fácil; aunque casi todos coinciden en lo mismo: te vas al hospital con toda tu energía y “siempre intentas hacer que ese día sea un poquito más especial”.
Y muchas veces no se lo montan nada mal. Los enfermeros que entran en el turno de noche suelen llegar un poco antes para dar el relevo y que los de la tarde puedan irse a cenar con la familia. Los hospitales preparan algún aperitivo y bandejas de turrón o si no ellos mismos intentan llevar algo para picar. “Aunque sea coges unos langostinos de casa y un pastel de cabracho”, cuenta Paloma, y si la actividad asistencial se lo permite, intentan hacer una pequeña cena navideña, aunque sea a ratos.
También han vivido algún momentillo más amargo
Aunque en los hospitales lo que prima en estos días es la solidaridad entre compañeros también hay alguna anécdota más amarga –y a la vez más cinematográfica- como una Nochevieja que Paloma trabajaba en Munich y se encontró a medianoche comiendo las uvas sola. “Me cogí mi móvil, me puse una app y allí estaba yo solita comiéndome las uvas en la planta”. “Es lo que hay”, cuenta partiéndose de risa.
“Cuando en Navidades hay gente en los hospitales no es gente que esté regular, son los que están peor»
El caso de Laura es menos alegre. Su peor recuerdo de trabajar en fiestas lo vivió hace unos años cuando nada más empezar el año falleció una paciente de su planta. Estaba estable pero “de repente a las 00:10 nos toca el timbre la hija” y “se nos paró”. “Ha sido la primera y única parada que he tenido en los 12 años que llevo trabajando”.
Y es que, desgraciadamente, las personas mueren todos los días del año pero en estas fechas, coinciden todos, parece que afecta más.
Théo llegó al mundo entre gorros de Papá Nöel
Dicen que, por un componente psicológico, las mujeres en esas fechas no dan a luz porque están con la familia y se suelen poner de parto al día siguiente. El caso de Alicia fue justo al revés. En cuanto llegó su madre el día 23 de diciembre empezó con contracciones y a las horas se fueron al hospital.
Recuerda que las matronas eran “muy agradables” y estaban bastante a tope con el espíritu navideño. En su caso al ser un hospital pequeño, y con todo este componente psicológico que le habían contado, era la única que estaba de parto aquella noche del 24 de diciembre.
Quizá por eso también tuvo un poco más de libertad. Le dejaron poner música en la habitación, que es algo que recuerda con total nitidez –y eso que han pasado ya 10 años de esto- porque con el New York de Alicia Keys casi casi nació Théo.
Recuerda aquella noche de Nochebuena como si la viera en una película porque, desde las ventanas del hospital, ella y su pareja veían las luces en la calle, incluso en el edificio de enfrente veían como las familias empezaban a cenar y también como poco a poco la fiesta se fue apagando. Y ahí llegó el expulsivo.
“Empuja”, le dijo la matrona. Y cuando levantó un poco la cabeza vio a varias matronas con gorro de papá Nöel, “con luces y todo”, completamente entregadas a la causa. “Y yo empujaba y decía: esto es como una película”, cuenta Alicia con risa floja. Pero no duda que para ella fue “súper especial dar a luz en Navidad”. Más aún porque cuando todo pasó las matronas le llevaron una bandeja llena de comida para que se diera un pequeño homenaje.
Así fue como en aquella noche mágica de Navidad, con los pasillos casi vacíos, las luces fueron haciendo fade out. Y allí se quedó ella, en la habitación, con su pequeño Théo en brazos.