El Alzheimer es una enfermedad degenerativa cerebral en la que el enfermo va perdiendo la memoria, el entendimiento, el habla, el pensamiento, la orientación, etc. Este deterioro cognitivo no se produce de manera simultánea, sino que avanza progresivamente suponiendo que cada vez un mayor desgaste de salud.
50 millones de personas en el mundo sufren deterioro cognitivo, una cifra que se triplicará en las próximas décadas. En España, el Alzheimer representa más del 70% de la dependencia en nuestro país.
El Alzheimer tiene una prevalencia de un 7% en la población mayor de 65 años, y cercana al 50% entre los mayores de 85 años. El envejecimiento poblacional actual y futuro son un hecho, lo que implica que la enfermedad del Alzheimer aumentará exponencialmente en los próximos años. ¿Cómo vamos a enfrentarnos a este problema sociosanitario de primera magnitud?
La enfermera, figura de referencia
La enfermedad del Alzheimer afecta a la persona de manera global, por lo que es necesario combatirla de una manera integral y desde un punto de vista multidisciplinar. En este sentido, el trabajo de la enfermera se convierte en una figura de vital importancia para proporcionar al paciente y a su entorno un ambiente coherente, seguro y rutinario.
En este tipo de enfermedades es prioritario conocer cuáles son las necesidades presentes y futuras de la persona afectada. De esta manera la enfermería y el resto del equipo podrán definir un marco de apoyo y actuación adecuado y eficaz. Es indispensable un trabajo conjunto entre la enfermera, el paciente y las personas encargadas de su cuidado. La valoración, la planificación y la puesta en marcha de intervenciones coordinadas mejorarán la calidad de vida del enfermo y quienes le rodean.
Las intervenciones enfermeras reducen la sobrecarga emocional, física y psicológica de familiares y cuidadores.
Según el estudio Los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores: «se considera que la intervención enfermera puede centrarse en el desarrollo de técnicas de aprendizaje de la relación enfermo-cuidador, de manejo del estrés, la transmisión de información, aportar recursos que permita un adecuado afrontamiento de la situación, talleres para que los cuidadores desarrollen habilidades en la atención de los enfermos (técnicas de movilización, posición, comunicación, estimulación) o proporcionen apoyo emocional a través de la escucha activa. Se ha evidenciado que las intervenciones enfermeras reducen la sobrecarga emocional, física y psicológica de familiares y cuidadores».
La promoción de una mayor y más específica educación sanitaria y/o terapéutica así como un mejor control del paciente, familiares y cuidadores son fundamentales en las consultas de enfermería relacionadas con las demencias.
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La importancia de la fisioterapia en pacientes con Alzheimer
A medida que la enfermedad va avanzando, los pacientes requieren los cuidados de diferentes especialistas sanitarios, entre ellos, de fisioterapeutas.
Beneficios de la fisioterapia:
- Mantener autonomía física y funcional.
- Corregir los trastornos posturales y en el patrón de la marcha.
- Mejorar el equilibrio y la coordinación previniendo así las caídas.
- Trabajar la rigidez articular.
- Prevención de úlceras y deformidades.
- Estimular a los pacientes a tener una vida activa.
- Mejora la función cognitiva.
Una enfermedad familiar
EL Alzheimer afecta a 1.200.000 de personas en España y cerca de 5.000.000 si contamos a las familias. Este trastorno afecta no solo a los pacientes, sino a parejas, hijos, familiares… que se convierten en cuidadores casi a jornada completa.
A medida que la enfermedad avanza el paciente va siendo menos consciente de la enfermedad pero los que le rodean la sufren de manera más directa. El 30% de las personas cuidadoras de personas con Alzheimer tienen problemas de conciliación laboral y familiar; mientras que el 12% del total deben abandonar la actividad laboral para dedicarse a cuidar a su familiar. Así lo manifestó la presidenta de la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), Mariló Almagro.
Desde que la enfermedad comienza a desarrollarse y evolucionar, la esperanza de vida es de 10 o 12 años. El paciente y su familia viven en un proceso continuo de afrontamiento y adaptación al diagnóstico, a la carga de cuidados y a las decisiones que deberán ir tomando en el transcurso de la enfermedad. En este sentido, es fundamental prestar también atención a la persona cuidadora.
La enfermedad expolia los recuerdos a quienes la sufren, pero también arrebata a los demás a las personas que conocemos y amamos. Esto, unido a la carga de los cuidados, termina deteriorando la salud mental de los familiares y cuidadores de personas con Alzheimer.
Según el estudio los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores: intervenciones de enfermería, «las necesidades más demandadas por los cuidadores son las de información, formación, ayuda física, atención al duelo y apoyo social».
Alzheimer y salud mental
Cuando un paciente recibe el diagnóstico de Alzheimer sus reacción puede ir desde el alivio, por tener por fin un diagnóstico claro, hasta la negación o el miedo por la degeneración que irá sufriendo su sistema neurológico.
Existen una serie de síntomas conductuales y psicológicos de la demencia que afectan a casi el 90% de los enfermos. Entre ellos se distinguen la apatía, la ansiedad, la depresión, la agresión, la desinhibición, o los delirios y alucinaciones.
La salud mental de los hombres y las mujeres enfermos de Alzheimer puede verse afectada de diversa manera debido a su sexo. Así, en un estudio realizado por Jeeye L. et al. (2017) reveló que, en fases iniciales de la enfermedad las mujeres tienen mayor tendencia al desarrollo de depresión y los hombres registraron comportamientos de tipo agresivo y regresivo.
Pero no solo se ve afectada la salud mental del enfermo, sino también de sus familiares y principales cuidadores. Ser testigos del desgaste cognitivo de alguien al que amas, del deterioro de su identidad y sus habilidades llevan a su entorno a sufrir un sentimiento de pérdida. Es el denominado como “duelo anticipatorio”, una tristeza que se produce antes de que el enfermo fallezca.
Según un estudio del año 2016 realizado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la tarea de cuidar afecta al estado de salud mental del 49,5 % de los cuidadores. Frustración, impotencia, ansiedad, irritabilidad, enfado, depresión y tristeza son algunos de los problemas a los que se enfrentan.