Las enfermeras están vacunando a destajo para conseguir la tan ansiada inmunidad. Hospitales, centros de salud, centros de vacunación masiva, polideportivos, etc son algunos de los lugares en los que se está inoculando a la población.
El estadio Wizink Center en Madrid, es uno de los espacios de vacunación masiva que se ha habilitado para acelerar este proceso. Allí, los ciudadanos pueden acudir las 24 horas del día con cita previa para que enfermeros del SUMMA 112 como Jorge Prieto les administren la esperada vacuna. Él se hizo famoso por un vídeo en el que, de manera divertida y clara, daba información a los recién vacunados vacunados.
Gracias a esta intervención, Jorge puso de nuevo en boca de todos la labor que la enfermería está llevando a cabo en la lucha contra el coronavirus. No solo se trata de pinchar , sino también tratar de tranquilizar a la población y aclararle las dudas que tenga. Como dice Jorge «eso lo que hace es rebajar los niveles de ansiedad y crear una adecuación al tratamiento porque vamos a necesitar una segunda dosis y, si la gente se va con miedo de la primera, no se va a poner la segunda dosis».
24 horas siete días a la semana
El equipo de enfermería destinado en el Wizink realiza turnos de 12 horas que cubren de 9.00 de la mañana a 21.00 de la noche y vice versa. Cada enfermero vacuna diariamente a cerca de 500 personas, lo que implica que aproximadamente cada minuto inoculan a un paciente.
Juan Carlos, uno de los enfermeros coordinadores del dispositivo, nos enseña el almacén donde se guardan las vacunas. En este momento se está vacunando con Pfizer, por lo que las vacunas han de conservarse en congeladores entre los -25º y los -15º grados. Las neveras están conectadas a generadores eléctricos que tienen autonomía propia para que, en caso de que hubiese un corte de electricidad, las neveras puedan seguir funcionando y las vacunas no se estropeen. Una vez descongeladas han de reconstituirse en un máximo de 2 horas y las 6 dosis de un vial deben administrarse en las 6 horas siguientes a la reconstitución. Si no se aplican durante este tiempo, se debe descartar las dosis.
Desde allí, los viales llegan hasta la estación de carga en la que trabajan habitualmente 6 sanitarios. Allí cada persona se encarga de una única labor para tener un control absoluto y seguridad sobre lo que se está haciendo. Un técnico se encarga de reconstruir los viales con 1,8 de suero, los viales pasan a la batea donde otras enfermeras cargan el 3ml de la dosis de Pfizer. Una vez las jeringuillas están cargadas, se realizan otra comprobación de los viales para ver que están vacíos y la jeringas están cargadas correctamente. Una vez verificado que la carga se ha realizado correctamente, las bateas se reparten por los diferentes puestos para que en ningún momento se pare el ritmo de la vacunación.
La opinión pública sobre las vacunas
Es un trabajo muy repetitivo y que requiere gran concentración, por lo que el equipo trata de ir rotando diariamente entre estos puesto y la inoculación. Es allí, entre vacuna y vacuna, donde los enfermeros han notado una clara evolución en la opinión de la sociedad respecto a las vacunas contra la Covid-19. Al principio le gente acudía a los centros de vacunación y hospitales con nervios e incertidumbre. El exceso de información y los efectos secundarios de algunas vacunas generaron miedo en la gente, pero la enfermería se encargó de clasificar, filtrar y aclarar esa información para tranquilizar a los pacientes. Ahora, por el contrario, los más jóvenes acuden a inocularse con ganas y emoción.
Y así, vacuna a vacuna; y gracias al imparable trabajo de enfermeras y enfermeros, conseguiremos volver a la normalidad.