El pasado mes de junio, la Mesa de la Profesión Enfermera, integrada por el Consejo General de Enfermería y el Sindicato de Enfermería, SATSE, acordó poner en marcha un estudio conjunto que analizase la situación en la que se encontraba el sector sociosanitario. Para la Mesa «era necesaria una radiografía de este sector después del durísimo golpe que había supuesto la pandemia por COVID-19, causando miles de fallecimientos entre los residentes; un trabajo independiente y científico que contase con la visión y el análisis de la única profesión experta en los cuidados de las personas a lo largo de toda la vida: las enfermeras».
La rueda de prensa ha contado con la intervención de Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería de España (CGE); Manuel Cascos, presidente del Sindicato de Enfermería SATSE; José Luis Cobos vicesecretario del CGE y coordinador del Estudio; así como con la participación de Fernando Martínez Cuervo, presidente de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) y Pilar Lecuona, enfermera especialista en geriatría y gerontología.
Para llevar a cabo este estudio se han analizado un total de 272 centros sociosanitarios de toda España con representación en todas las CC.AA. La muestra contaba con un 25,3% de centros públicos y un 74,3% privados o concertados; asimismo, también se han analizado centros de todos los tamaños, que van desde los pequeños con 25 residentes hasta los más grandes, que cuentan con más de 100 residentes.
Sobrecarga laboral
Uno de los datos más preocupantes obtenido en el estudio es el elevado número de residentes que tiene asignado cada enfermera en el sector sociosanitario, que se incrementa todavía más en los turnos de tarde y noche y de fin de semana. De forma global, una enfermera tiene asignado un total de 46 residentes por la mañana y 71 por la tarde, un valor desproporcionado que se multiplica en el caso de los domingos y festivos (71 pacientes por enfermera en los turnos de mañana y 92 por la tarde).
Estos datos se multiplican cuando se trata de residencias del ámbito privado, donde se llegan a superar los 100 residentes asignados en los turnos de tarde de fin de semana. Los centros de gran tamaño tienen menor ratio enfermeras por residente y en el turno de noche se reduce drásticamente la dotación de profesionales incluso en la atención a grandes dependientes que requieren una elevada demanda de cuidados.
Los datos de asignación de residentes por enfermera resultan extremadamente preocupantes al dejar en evidencia la vulnerabilidad que tiene el sector sociosanitario en España. Difícilmente se puede prestar el cuidado adecuado a las personas residentes cuando una sola enfermera tiene entre 50 y 100 personas a su cargo y muchos centros ni siquiera cuentan con enfermeras en su plantilla.
Esta sobrecarga tan brutal obliga a las enfermeras a tener que delegar algunas tareas y actuaciones en el 93,7% de los centros, las cuales son realizadas fundamentalmente por auxiliares y los llamados gerocultores. “Se necesita el apoyo para estas actuaciones porque no hay suficientes enfermeras y, como consecuencia, las que hay están saturadas de trabajo”.
Otro dato demoledor es la retribución de las enfermeras que, acompañado de las condiciones de sobrecarga asistencial hacen que a las enfermeras les resulte muy poco atractivo trabajar en los centros residenciales sociosanitarios.
Respecto a la retribución anual que percibe una enfermera, en líneas generales, podemos señalar que el 70% de las residencias privadas paga menos de 20.000 € brutos anuales a sus enfermeras; frente al 73% de las residencias públicas que si superan los 20.000 €. Asimismo, cabe destacar que las residencias de menor tamaño son las que menos retribuyen a las enfermeras.
Una de las grandes asignaturas pendientes de los centros sociosanitarios es la historia clínica de sus residentes. Sólo 3 de cada 10 residencias tienen historia clínica compartida con otros centros. En este sentido, las residencias públicas obtienen mejores datos al respecto: la historia clínica compartida en ellas tiene mayor presencia (44,3%). Compartir la historia clínica de los residentes es vital para poder prestar una atención de calidad y velar por su seguridad clínica.
Asimismo, desde el punto de vista asistencial, destaca el hecho de que las residencias públicas son las que cuentan en mayor medida con una unidad de hospitalización frente a las privadas (38,6% vs 21,8%). Asimismo, llama la atención que un 29,5% de los centros analizados no tiene ningún tipo de coordinación con Atención Primaria. Esta coordinación es mayor en las residencias públicas (77,1%) que en las privadas (66,8%)
La pandemia por COVID-19 en el sector
El estudio también ha abordado la situación pasada, presente y futura de los centros residenciales sociosanitarios en la pandemia por COVID-19, arrojando datos de gran interés para la situación actual.
Así, en cuanto a la afectación por COVID-19 en los centros sociosanitarios cabe señalar que se le ha hecho test al 91,5% de los residentes, de los cuales el 18% ha dado positivo. Llama la atención especialmente que del total de positivos detectados, un 33,8% de los residentes eran asintomáticos. El número de test realizado es muy similar en las residencias públicas y privadas, pero en lo que respecta a resultados positivos de infección, estos son mayores en los centros públicos.
20.000 residentes fallecidos
Respecto a las consecuencias más cruentas de la pandemia, cabe señalar que el estudio detecta que durante la crisis sanitaria han fallecido una media del 5,5% de los resistentes de los centros. Estos datos podrían suponer en torno a 20.000 residentes fallecidos. Además, ha sacado a la luz que el 2,6% de los residentes a los que no se les ha realizado el test ha tenido síntomas de COVID-19.
El trabajo de campo ha analizado también la realización de test a los propios trabajadores de los centros, una actuación vital para garantizar la salud de los residentes. Los datos obtenidos señalan que el 94,9% de los centros ha realizado las pruebas a sus trabajadores y que el 11,3% de estos profesionales ha dado positivo.
El estudio también ha analizado cuál es la disponibilidad de material de seguridad en las residencias poniendo de manifiesto que han sufrido una escasez de EPIs generalizada, escasez todavía más acuciante en las residencias públicas: 14% mayor en la públicas que en las privadas.
Asimismo, se ha puesto de manifiesto que en la mayoría de las residencias los profesionales de enfermería y otros trabajadores han tenido que reutilizar el material de protección. Además, un tercio de las residencias (33,1%) se vieron obligadas a fabricarse su propio material ante la indisponibilidad de material oficial y homologado.
¿Están preparados para la segunda ola?
En la actualidad, ante el creciente número de contagios al que, una vez más, estamos asistiendo, era obligado analizar la situación de los centros para poder afrontarla. En este sentido, cabe destacar que, aunque tan solo un 7,4% tenía elaborado previamente un plan de respuesta ante situaciones similares al COVID, a día de hoy, ya el 80,1% de las residencias ha desarrollado dicho plan.
Respecto a estas cifras, la lectura más preocupante radica en que uno de cada diez de los centros sociosanitarios analizados (un 12,5%) sigue sin disponer de un plan de respuesta frente al COVID-19, un dato tremendamente preocupante cuando estamos ya inmersos en la segunda oleada de este virus, que fue demoledor con las personas mayores y con las residencias.
Finalmente, el estudio pidió a las enfermeras que, en base a sus criterios profesionales, asistenciales y científicos, valoraran si los centros estaban preparados para una segunda oleada por la pandemia del COVID-19. La respuesta fue clara y contundente: a pesar de que existan planes de respuesta, a juicio de los profesionales, casi la mitad de las residencias (46,3%) no están preparadas para una segunda ola.