Más de 800 millones de personas viven con obesidad, y sus consecuencias en la salud de las personas costarán más de un billón de dólares en el año 2025, según la OMS (Organización Mundial de la Salud). En España el gasto sanitario es de 2.880 millones de euros para el Sistema Nacional de Salud, un 7% del total. Especialmente delicada es la situación de la obesidad infantil, que podría aumentar en un 60% en la próxima década (alcanzando los 250 millones en 2030) .
Obesidad infantil, un problema en alza
La obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta. Sin embargo, además de estos mayores riesgos futuros, los niños obesos sufren dificultades respiratorias, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y efectos psicológicos. SATSE demanda la implantación de la enfermera escolar en todos los centros educativos para favorecer hábitos de vida saludable.
La pandemia no ha ayudado a frenar la obesidad infantil y en la adolescencia. Se determina que “las principales causas del repunte en las tasas de obesidad infantil y la adolescencia tras la pandemia son el mayor tiempo en pantallas (ordenador, móvil, tabletas electrónicas) y el menor tiempo de actividad física (30% de los niños pasan menos de 1h diaria al aire libre), lo que se traduce en que aproximadamente el 72% de los niños y adolescentes realiza menos actividad física que antes de la pandemia”, como destacan desde la SEEN.
¿Cuáles son las consecuencias del sobrepeso y la obesidad ?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso somos un índice de masa corporal (IMC) de 25kg/m2 o más, y la obesidad, como un IMC de 30kg/m2 o más.Un IMC elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, como las siguientes:
- Enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares), que fueron la principal causa de muertes en 2012.
- Diabetes.
- Trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante).
- Algunos cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).
El riesgo de contraer estas enfermedades no transmisibles crece con el aumento del IMC.
Aumentar la conciencia
La obesidad es una enfermedad crónica y así debería tratarse, sin embargo, es infradiagnósticada e estigmatizada. Es necesario, según los expertos, seguir concienciando y mejorando la comprensión de sus causas fundamentales y las acciones necesarias para abordarlas. También fomentar la promoción de la salud, cambiando la forma en que se aborda la obesidad en toda la sociedad, como reza la OMS, «estamos animando a la gente a que se convierta en defensora, poniéndose de pie y pidiendo un cambio».
También es necesario mejorar las políticas, y priorizar la obesidad como un problema de salud. La OMS urge a trabajar para construir sistemas de apoyo adecuados para el futuro.
Enfermería y obesidad
La colaboración interdisciplinaria es clave también en el abordaje de la obesidad. En el centro del pilar del trabajo de la profesión enfermera, especialmente en el campo de la Atención Primaria, se encuentra conseguir la motivación del paciente como elemento esencial para valorar la respuesta.
Los elementos clave en la educación para la salud se basan en el aprendizaje de determinados conocimientos como son la base de una alimentación equilibrada, los efectos de la dieta sobre la salud, la actividad física adecuada para cada persona, pero sobre todo, el lograr un compromiso por parte del paciente para mantener estos ejes.
A través de actividades formativas, como talleres o seminarios, y actividades vinculadas al ejercicio físico, las enfermeras y enfermeros juegan también un papel fundamental.
Investigación y obesidad
La investigación en obesidad resulta fundamental para conocer mejor cómo se produce esta enfermedad y cómo se desarrollan sus complicaciones. Las líneas de investigación abarcan aspectos muy diversos, que incluyen los factores genéticos, el balance energético (la ingesta y el gasto metabólico), la fisiología y fisiopatología del tejido adiposo y cómo se relaciona e influye en otros órganos y tejidos, o el papel de la microbiota, por poner sólo algunos ejemplos.