Trastornos de Conducta Alimentaria, un problema de salud pública que exige una solución integral

Trastornos de Conducta Alimentaria, un problema de salud pública que exige una solución integral

Persona pesándose
Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos psicológicos graves que conllevan alteraciones de los hábitos alimenticios. La persona afectada muestra una fuerte preocupación en relación al peso, la imagen corporal y la alimentación, entre otros. Debido a ello, se pueden desencadenar enfermedades físicas importantes y, en casos extremos, pueden llegar a provocar la muerte.

El 30 de noviembre se celebra el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) que se identifica bajo el símbolo de un lazo azul. En este día se pretende visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de alteraciones alimentarias y huir de la estigmatización y el exceso de juicios sociales que, de forma frecuente, rodean a este tipo de enfermedades.

En España los últimos estudios realizados coinciden en señalar una tasa de prevalencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) en población adolescente de alrededor del 4,1-4,5% entre los 12 y los 21 años. La anorexia se sitúa en torno al 0,3%, la bulimia en el 0,8% y el TCA no especificado alrededor del 3,1% de la población femenina de entre 12 y 21 años.

La pandemia ha provocado, como ha ocurrido con otras enfermedades un aumento de nuevos casos, y un empeoramiento de los ya 400.000 existentes. El Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid, en 2020, tras el confinamiento, registró un 20% más de ingresos por trastornos de la conducta alimentaria (TCA), principalmente, por anorexia nerviosa. Los especialistas creen que el confinamiento prolongado; el aislamiento social y el cierre de las escuelas han podido afectar al bienestar físico y mental de los niños y adolescentes. Incluso, han podido precipitar y agravar algunos problemas mentales previos.

¿Cuál es la causa de los TCA?

No se manifiestan de repente ni aparecen sin dar ningún tipo de aviso. Son muchos los factores que intervienen en su aparición. Se trata de trastornos de origen multifactorial (un factor por sí solo nunca es la causa). De entre estos factores encontramos factores precipitantes y predisponentes. La interacción entre ambos suele generar una insatisfacción corporal que desemboca en un deseo de adelgazar.

  • Psicológicosbaja autoestima; sentimientos de insuficiencia; depresión; ansiedad; enojo; soledad.
  • Interpersonalesdificultad para expresar sentimientos y emociones; haber sido ridiculizado basado en su talla o peso; historia de abuso físico o sexual.
  • Sociales: presiones culturales; definiciones muy concretas de belleza; normas culturales.
  • Biológicos.

¿A qué edad se manifiestan?

En general se considera que ser mujer, adolescente y practicar un deporte con altas exigencias estéticas (ballet, atletismo, natación sincronizada, gimnasia, etc)) pueden ser los perfiles de mayor riesgo. Están más presentes en mujeres que en hombres. La proporción de hombres que presentan trastornos alimentarios es de uno por cada nueve mujeres.

Aunque puede aparecer a cualquier edad, la adolescencia es la etapa de mayor riesgo. La mayor incidencia se produce entre los 12 y los 18 años, pero cada vez se producen más casos que tienen una edad de inicio más baja, en torno a los 8 o 9 años.

Atención especializada

La recuperación rara vez es rápida, y en la mayor parte de los casos puede llevar varios años. El diagnóstico precoz y la intervención temprana son clave, y están asociadas a un mejor pronóstico. Las enfermeras y enfermeros contribuyen a la detección, diagnostico, control y curación de estos trastornos que afectan decisivamente a la calidad de vida de las personas que los sufren desde diferentes ámbitos. También las enfermeras tienen un papel prioritario en unidades como la Unidad Trastornos de Conducta Alimentaria del Hospital Santa Cristina, que contribuyen a solucionar los casos más difíciles. Los tratamientos se dirigen a la recuperación del peso, la rehabilitación nutricional y la normalización de hábitos alimentarios saludables.

Las dificultades a las que se enfrentan los profesionales son muchas.

Prevención

La prevención inespecífica es una de las estrategia de intervención tiene como objetivo favorecer el desarrollo de habilidades y de recursos que permitan el crecimiento integral de los niños y los adolescentes. Estas estrategias y habilidades (autoestima saludable, habilidades sociales, una imagen corporal positiva, sentido crítico hacia la presión social, fomento de un estilo de vida saludable, etc.), se pueden aplicar a muchas situaciones de la vida de los jóvenes. Promover estos factores de protección resulta efectivo para hacer más resistentes a los chicos y chicas ante un posible trastorno de la conducta alimentaria. En este sentido, la enfermera escolar puede ayudar, y mucho, a evitar el desarrollo de estas conductas en la escuela.

Los adolescentes, inmersos en una serie de cambios psicofísicos propios de la pubertad, con una personalidad inestable y poco definida, son un colectivo especialmente vulnerable ante la aparición de estos trastornos. Y los datos así lo señalan, tanto en lo que respecta a la aparición de conductas de riesgo, como en cuanto a la presencia directa de estas patologías.

Iniciativas enfermeras

También iniciativas como la del proyecto de  Jordi Mitjá Costa, enfermero del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, que ha impulsado la primera cuenta terapéutica en Instagram @stoptca_sjd para el tratamiento de diferentes TCA. Una comunidad de pacientes que quieren concienciar y prevenir los trastornos de la conducta alimentaria, así como alertar a los más jóvenes de aquellas conductas que pueden hacernos saltar la voz de alarma. Y eso desde las redes sociales.

El mayor desafío en el tratamiento de los TCA es hacer que la persona reconozca que su conducta alimentaria es en sí un problema y no una solución a otros problemas. Sin embargo, la mayoría de las personas que sufren este tipo de trastornos lo niegan. Aun así, gracias al mejor conocimiento de este problema por parte de profesionales, educadores y familias, la detección de los problemas de la conducta alimentaria se realiza hoy en día más precozmente. Y lo más importante, los TCA se pueden curar, gracias a profesionales especializados, y a un enorme trabajo multidisciplinar, por lo que es necesario que los recursos sean accesibles a todas las personas. Nadie dice que sea fácil, pero sí es posible.

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