Sinhogarismo y salud mental

Sinhogarismo y salud mental: cuando rozamos la exclusión social más extrema

sin hogar
En España hay unas 33.000 personas sin hogar y el 39% de ellas padecen alguna patología mental. El sinhogarismo está en las agendas políticas nacional y europea y a pesar de formar parte de los ODS sigue siendo una asignatura pendiente. Enfermería también trabaja con este colectivo que representa la exclusión social más extrema.

Los vemos todos los días pero rara vez nos percatamos de su presencia. Sencillamente, las personas sin hogar, son invisibles a los ojos de muchos. Y no por ser pocas. En España hay unas 33.000 personas que viven en la calle y un 39,5% de ellas tienen algún tipo de patología mental. Paradójicamente, durante los peores días del confinamiento, cuando las calles estaban desiertas, “se hicieron visibles”.

La patolgía mental «es algo que podría pasarnos a cualquiera de nosotros en su situación”

Resulta que el quédate en casa “solo funciona cuando tienes casa”. Y eso, relata Arturo, es algo de lo que no fuimos conscientes cuando nos encerramos en nuestros respectivos hogares aquel 14 de marzo. Él, junto con Rober, Javi, Sara, Montse y Nerea compone el Equipo de Calle de Salud Mental, el único recurso sanitario que tienen las personas con patología mental que viven en las calles de Madrid. Durante los meses más duros de la pandemia, los seis enfermeros de ECASAM, la policía y protección civil fueron, prácticamente, su único vínculo con la vida. Les dieron comida, calor y atención sanitaria. Las cifras ponen los pelos de punta: hay más de 2.700 personas que viven en las calles de la capital. Enfermería también está al lado de este colectivo que representa la exclusión social en su crudeza más extrema.

¿Por qué patología mental y vivir en la calle van de la mano?

Se estima que las personas sin hogar pueden tener una esperanza de vida de hasta 20 años menos con respecto al resto de la población. Además, presentan entre 2 y 50 veces más problemas de salud físicos: tuberculosis y VIH son dos de las enfermedades más prevalentes.  Pero no solo sufre la dureza de la calle su salud física, las repercusiones psicológicas de estas personas son tan amplias como difíciles de cuantificar. Se estima que un 4% de este colectivo sufre esquizofrenia y entre un 2% y un 20% padecen depresión mayor.

“La calle es muy dura”, afirma Javi, y estar en una exclusión social tan extrema desencadena muchos trastornos mentales. Muchas de estas personas tenían la enfermedad antes, cuenta, y la situación de calle ha hecho que salgan del sistema sanitario y estén sin tratamiento, seguimiento ni medicación. Para otros la propia dureza de la calle es el detonante del primer brote, “que es algo que podría pasarnos a cualquiera nosotros en su situación”, asegura Javi con una seguridad que solo puede tener alguien que convive con esta realidad a diario.

La enfermería está con este colectivo que representa la exclusión social en su crudeza más extrema

“Lo que más solemos atender son pacientes con esquizofrenia”, nos comenta Rober. Él fue el primer enfermero que arrancó este grupo de calle en 2003. En este tiempo ha visto de todo. No siempre pueden llegar a todos, pero después de muchos cafés para conseguir lo que ellos llaman “enganchar” algunos de sus usuarios salen de la calle y vuelven a vivir de manera autónoma. Esos pequeños triunfos lo compensan todo.

¿Qué estamos haciendo para acabar con el sinhogarismo?

Todos los años son duros pero quizá los dos últimos lo han sido especialmente para las personas sin hogar. Después del abandono de la pandemia, en enero de 2021 Filomena terminó de rematar las nefastas condiciones de muchas de las personas que viven en la calle en España. Aún así, terminar con el sinhogarismo sigue estando en las agendas políticas a nivel internacional y en días puntuales como este 23 de noviembre, se suceden las reivindicaciones y llenamos las páginas de los periódicos de buenos propósitos.

Las personas sin hogar pueden tener una esperanza de vida de hasta 20 años menos

El undécimo punto de los ODS insta a todos los países a asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales de aquí a 2030; pero el sinhogarimos sigue siendo un claro problema por resolver. De hecho el pasado mes de octubre tuvo lugar el encuentro internacional “Housing First como solución al sinhogarismo en España”, organizado por Provivienda, Hogar Sí y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. En este encuentro el Gobierno apostó por poner la vivienda en el centro de las políticas para luchar contra el sinhogarismo que representa un paso adelante en esta asignatura pendiente. La metodología housting first pretende romper el modelo de atención tradicional para dar a estas personas una solución individual, más estable y con continuidad en el tiempo hasta alcanzar una vida independiente.

Pero de la teoría a los hechos sigue habiendo mucho recorrido.

El Gobierno reconoció ya hace años que las personas sin hogar son el peor rostro de la exclusión social en nuestro país y sin embargo, en la actualidad, no hay una estrategia nacional para abordar de lleno el sinhogarismo. Siguiendo con las recomendaciones europeas, en noviembre de 2015 el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia Nacional Integral para Personas sin Hogar. Era la primera estrategia que proponía una arquitectura institucional básica para responder a esta situación en todo el país y pretendía hacerlo en un horizonte cercano: la estrategia fue concebida para actuar de 2015 a 2020. A punto de entrar en 2022 no se conoce renovación concreta de la estrategia y el sinhogarismo sigue sin encontrar solución. Ciñéndonos a la actuación del Gobierno y a la creación de un Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 sí parece ser una problemática que preocupa manifiestamente al ejecutivo actual.

También parece preocupar a la Unión Europea, que sigue insistiendo en que combatir el fenómeno homeless es una prioridad, o al menos así se plasmó en la conferencia que tuvo lugar el pasado mes de junio en Lisboa. El encuentro culminó con un compromiso de trabajo conjunto para evitar:

  • Que nadie duerma en la calle por falta de alojamientos de emergencia.
  • Que nadie viva en estos alojamientos de transición más tiempo del necesario hasta tener una solución de vivienda permanente.
  • Dar de alta de ninguna institución (por ejemplo prisión, hospital o centro de atención) sin una oferta de vivienda adecuada.
  • Desalojar sin asistencia para una solución de vivienda adecuada, cuando sea necesario.
  • La discriminación por encontrarse en situación de indigencia.
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