Mary Seacole, la historia enfermera de una doble discriminación

Mary Seacole, la historia enfermera de una doble discriminación

Mary SEacole
Mary Seacole fue una enfermera pionera de la Guerra de Crimea, que como mujer mestiza superó un doble prejuicio: de género y racial. Contemporánea de Florence Nightingale, no disfrutó como ella del reconocimiento y la admiración. Hoy recordamos la historia de una enfermera que fue olvidada por más de un siglo, pero nunca por quienes cuidó en la guerra de Crimea.

En 1907 Florence Nightingale se convirtió en la primera mujer en recibir la Orden del Mérito, máxima distinción civil británica. El Día Internacional de la Enfermera se celebra el 12 de mayo por el aniversario de su nacimiento y Florence Nightingale es además considerada la precursora de la Enfermería moderna. Sin embargo, tras Florence Nightingale se esconde la historia de otra mujer que, como ella, combatió en Crimea, sin descanso, la enfermedad y la muerte: Mary Seacole. Muchas veces desde el mismo campo de batalla.

Mary Seacole
Monumento a Mary Seacole, obra de Martin Jennings (2016), frente al hospital St Thomas de Londres.

Y es que hubo más de una Florence Nightingale, mujeres que se fueron a la otra punta del mundo para ayudar y cuidar a los soldados de aquella sangría, pero no todas fueron tratadas igual. La principal olvidada, condenada durante años por el color de su piel a un ostracismo que no merecía, fue Mary Seacole (1805-1881).

Una historia del XIX

Mary Jane Grant nació en Kingston, Jamaica en 1805. Su padre era un soldado escocés y su madre jamaicana. Mary aprendió sus habilidades de enfermería de su madre, que tenía una casa de huéspedes para soldados inválidos. Aunque técnicamente ‘libres’, al ser de raza mixta, Mary y su familia tenían pocos derechos civiles: no podían votar, ocupar cargos públicos ni ejercer profesiones. En 1836, Mary se casó con Edwin Seacole, pero el matrimonio duró poco ya que él murió ocho años más tarde.

Seacole era una viajera empedernida y antes de casarse visitó otras partes del Caribe, como Cuba, Haití y las Bahamas, así como Centroamérica y Gran Bretaña. En estos viajes complementó sus conocimientos de medicina tradicional con las ideas europeas.

Se le negó la titulación

Cuando supo que en Londres estaban reclutando mujeres para ir a Crimea no se lo pensó. Había cumplido 49 años y tenía cartas de recomendación de militares de Jamaica. Llegó a Inglaterra y acudió al Departamento de Guerra, primero, y a quienes estaban desarrollando el proceso de selección de enfermeras, capitaneado por Florence Nightingale. Ambos rechazaron sus credenciales. Los contemporáneos de la época consideraron que la rechazaron por ser negra.

Como a Seacole no le valía un no por respuesta, decidió financiarse su propio viaje a Crimea. Herida de orgullo, y muy consciente de que la habían discriminado, se plantó en Crimea. Acudió al hospital de Scutari y fue recibida por Florence Nightingale, que le dijo que no tenía espacio para más gente. Ella se instaló por su cuenta mucho más cerca del frente, donde fundó el British Hotel cerca de Balaclava (acuartelamiento de la caballería) para  oficiales enfermos y convalecientes. En él depositó todos sus ahorros.

Se trataba de un conjunto de cabañas que hacían las veces de cantina, almacén y enfermería. Fue levantado con madera de barcos hundidos. Los militares encontraban allí comida, y la solución contra el cólera, la disentería y las diarreas. ‘Mammy Seacole’ -así la llamaban en la caballería- dedicaba la recaudación a atender a enfermos y a pagar las medicinas que entregaba gratuitamente a los militares sin blanca. No en vano, en Crimea, las enfermedades mataban más que las armas.

El ‘Times’ denunció su caso

Su obsesión por ayudar, la llevó en muchas ocasiones al campo de batalla, bajo fuego enemigo, para cuidar a los heridos. Muchos la llamaban ‘Madre Seacole’. Su reputación rivalizó en la época con la de Florence Nightingale.

Aquella generosa mujer se arruinó cuidando a los muchachos enviados a la muerte en Balaclava. El último cargamento del British Hotel se quedó sin clientela cuando la guerra terminó en 1856. En cuanto puso el pie en Inglaterra, la esperaban los acreedores, regresó a Inglaterra desamparada y enferma. La prensa destacó su situación y en julio de 1857 se organizó un festival benéfico para recaudar fondos para ella, que atrajo a miles de personas.  Sin embargo, una carta publicada en el ‘Times’ denunció su caso y se preguntó por qué «los humildes actos de la señora Seacole» estaban siendo eclipsados por «las hazañas» de Florence Nightingale. Y no se trataba de menospreciar a Florence, sino de destacar el trabajo de ambas.

El artículo dio resultado. Nueve bandas militares participaron en un festival en honor de Mammy celebrado en Londres, al que asistieron decenas de miles de personas y en el que ella fue llevada a hombros por los soldados. Su autobiografía, ‘Las maravillosas aventuras de la señora Seacole en tierras diversas’, fue un éxito editorial.

Hasta el final de sus días

Mary Seacole murió en 1881, con 76 años, y con la pena de no haber podido titularse. Fue enterrada en la sección católica de un cementerio londinense. William Russell dijo de ella: «Creo que Inglaterra no olvidará a alguien que cuidó de sus enfermos, que fue en busca de sus heridos para ayudarlos y socorrerlos y que administró los últimos sacramentos a algunos de sus insignes muertos».

Hace unos años, la BBC impulsó un debate para elegir al británico moderno más relevante. Winston Churchill ganó sin dificultad. Muchas personas, sin embargo, criticaron que en la lista de candidatos no figurase ni una persona de raza negra, por lo que en internet se inició una encuesta alternativa. Mary Seacole encabezó de forma muy holgada esta segunda selección.

El destino las unió

Salman Rushdie aprovecha para realzar por una vez por todas su figura y escribe: «Miren, aquí está Mary Seacole, que en Crimea hizo tanto como otra enfermera maravillosa pero que, por ser de piel oscura, apenas se la veía, al lado de la llama brillante de Florence”.

Hoy, el destino ha querido que ambas compartan espacio en Londres. En el lugar donde se levantó en 1860 la Escuela de Entrenamiento y Hogar Nightingale para Enfermeras en el hospital de St. Thomas, se levanta hoy un monumento a la persona de Mary Seacole, obra de Martin Jennings (2016). Ahora si, el legado de Nightingale y la figura de Mary Seacole, están unidas para siempre.

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