Sobrecarga de trabajo, expectativas demasiado altas o falta de directrices claras por parte de los responsables del centro en el que trabajas. Hay múltiples factores que pueden conducir a un enfermero o enfermera a sufrir burnout, es decir, el síndrome del trabajador quemado.
¿Qué es el Burnout?
Se trata de un estado de agotamiento, de estrés laboral crónico, falta de ilusión y en el que el trabajador siente que es poco eficiente en sus tareas. Todos estos síntomas pueden derivar incluso en una depresión. Este síndrome suele afectar a trabajadores que han elegido una profesión vocacional, por eso afecta a profesionales de enfermería.
La mitad de los profesionales de enfermería en España sufren el síndrome del profesional quemado y ocho de cada diez, estrés, mientras que cerca de nueve de cada diez considera que el ambiente laboral se ha deteriorado y siete de cada diez está convencido de que la atención que se presta a los pacientes en nuestro Sistema Sanitario ha empeorado en los últimos años. Son datos del último estudio de SATSE.
¿Cómo puedes saber si padeces este síndrome?
- Si te sientes cansado y sin ganas de ir a trabajar.
- Si estás dejando de lado tu vida personal para atender tus tareas laborales.
- Cuando lo que inicialmente te aportaba desafíos y ahora te resulta indiferente.
- Otro indicador es que la calidad de atención al paciente sea cada vez peor.
- Si tienes el sentimiento permanente de ser ineficiente.
Fases de Burnout
El enfermero o enfermera que atraviesa por este síndrome pasa por tres fases:
- Alarma
- Resistencia
- Agotamiento
¿Cómo se puede prevenir?
- Aprendiendo a desconectar del trabajo. Hay que buscar un momento del día para dedicarse a la familia, al ocio o a practicar deporte.
- Realizando tus tareas de manera consciente. Técnicas como el Mindfulness, te pueden ayudar.
- El papel de los responsables de los trabajadores para prevenir este síndrome es esencial.
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